Hay que analizar el rostro como un todo y buscando siempre la armonía facial. Se trata de buscar aquellas partes del rostro que no tienen armonía.

Aunque los cánones de belleza cambian con el tiempo, los principales rasgos relacionados con el rostro varonil y que por lo general despiertan mayor atracción son:

• Mandíbula cuadrada y bien definida, tanto de frente como de perfil.
• Mentón marcado, con proyección natural.
• Contorno de la mandíbula de 90º.
• Pómulos marcados.
• Cejas horizontales.
• Arco de la nariz recto y ancho.
• La proporción entre todos estos rasgos para tener armonía del óvalo facial.

Lo primero para realizar una masculinización facial es hacer un estudio del rostro del paciente haciendo especial hincapié en las zonas clave.

En los tratamientos se utilizan principalmente el ácido hialurónico o la hidroxipatita cálcica para resaltar la proyección del mentón o mejorar el ángulo mandibular y los pómulos buscando un efecto voluminizador en el óvalo de la cara.

La rinomodelación nos permite proporcionar la nariz al rostro y corregir determinadas imperfecciones rectificando su perfil.

Para las cejas, los tratamientos para relajar el exceso de gesticulación y los hilos tensores permiten subir la cola, haciendo que la caída de estas sea menos pronunciada y por lo tanto más rectas.

Una de las actuaciones menos conocidas y cada vez más solicitadas es el tratamiento de labios en hombres. Con esto lo que buscamos es corregir la forma sin dar volumen que lo feminice.

Hay que perder el miedo de que la medicina estética altere los rasgos característicos de un rostro masculino. Consultar las dudas a un profesional cualificado puede sorprendernos por la cantidad de soluciones que existen para cubrir las demandas del público masculino.

Todos estos tratamientos son ambulatorios, con una duración aproximada de media hora por zona de actuación, tras la cual se puede continuar con la vida habitual sin ningún tipo de restricciones.